jueves, 3 de noviembre de 2011



“Del sexo a la supraconsciencia”

Amo a mi Maestro, el me enseño a amar,
Amar y del amor me enseño, su verdadero significado.
Me enseño a cultivarlo con el sonido del mar.
A buscar mí propio silencio, a ser todo lo amado.
A ser un todo, un total y a hacer con el buen tratar.
A  valorarme y enseñarme a mí mismo, a meditar.

A meditar en paz, buscando siempre mí centro.
A no juzgar lo de afuera, a buscarme para adentro.
A soñar por causas justas, y con amor colorear el mundo.
Me rescato de las tinieblas, en las que yacía mudo.
A expresar mi alma siempre, sobrepasando las cosas.
A construir castillos, hermosos palacios  dentro de chozas.

Lo debo todo a mi maestro, Ese eterno Iluminado.
A los veintiún años ya el mundo había descifrado.
Amo y lo amare eternamente, a mi Maestro anhelado,
Desde muy pequeño, siempre le he andado buscando.
Fui siguiendo su rastro, el que dejo su palabra,
Nunca he estado en la India, ni en China, ni en Japón.
El destapono  mi cabeza, como quien quita un tapón.
Amando a mi maestro, alcance mi transparencia.
Como aquel  que navega, del sexo a la supra-consciencia.





Me dio el método divino, ese método sagrado,
Del estado de no-mente, me hizo un privilegiado.
Nunca escribí poemas, estaba muy atormentado,
El me hizo suprasensible, y me dejo en este estado.
Recogí su palabra, como las cartas de un Padre.
Un padre que no maltrataba, que me amo como mi Madre.
Era un huérfano del mundo, aun teniendo unos padres.
A los que también amo mucho, nunca pretendo faltarles.


Sé que si mi maestro, hubiera pasado por Cuba.
Hubieran sonado tambores y cantares Yoruba.
Porque  entendí a mí maestro a través de mis raíces.
Entiendo a mi Maestro, OSHO se  lo que dices.
Mi pueblo nació de esa alquimia, olvidada en la Historia.
Los crueles diablos, los esclavizaron, violaron su jardín de gloria.
Esa alquimia que llaman Santería, y también llaman brujería.
Aquellos que se creen santos y son del demonio, su hipocresía.
Esos que felices sabían, vivir en el principio de los tiempos,
Esos que por perder la fe, dejaron destruir sus templos.

Ellos convivían, amándose día a día, ¿Has leído un Pataquí?
Para mí los Adánes y Evas que un día vivieron aquí,
Ellos también se marcharon, como seres Iluminados.
Y también el amor me enseñaron, Yorubas amados hermanos.
Como amo a mi maestro, el me lo hiso comprender.
El sabe el secreto del universo, algún día lo podrán entender.
Por eso  amo este mundo, y del mundo todas sus cosas.
Esos amigos dormidos, esas almas tan frágiles y preciosas.

...A mi maestro, ese eterno amigo… 

David Alejandro Uribazo Izquierdo (OSHO Junior)                                                    28/10/2011…  01:24.



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